Lo bueno y lo malo del tercer puesto
La selección Argentina repitió en Bielorrusia la actuación del Mundial 2011 ocupando un lugar en el podio pero quedó en evidencia que está por debajo de las potencias de este deporte que nuevamente definieron el título
CHRISTIAN SOSA
Estaban todas la fichas puestas en que esta vez se podía superar la barrera de las semifinales, llegar a la final y conseguir el segundo título mundial.
Pero otra vez Argentina se quedó en las puertas de una definición y se tuvo que conformar con el tercer puesto en el Mundial de Bielorrusia que acaba de finalizar.
La apuesta para este torneo fue grande. Un nuevo técnico, Ariel Avveduto, que venía de remplazar al anterior que fue segundo y tercero y nueve jugadores que por primera vez vestían la camiseta albiceleste.
El tercer puesto alcanzado no es malo si se tiene en cuenta el amateurismo que tiene el fútbol de salón en nuestro país.
Pero en un Mundial se potencian las virtudes y también los errores. Lo bueno de este plantel fue renovación casi total de jugadores que no solo fue una apuesta a este torneo sino también hacia el futuro.
Un proyecto que arrancó en 2013 pensando no solo en lo que iba a pasar en Bielorrusia pero también en el próximo mundial.
Avveduto apostó a jugadores jóvenes con gran potencial de cara al futuro y también a los experimentados que siempre es importantes tenerlos en un grupo.
El técnico también introdujo un nuevo sistema de juego donde la mayoría de los jugadores tuvieron que adaptarse y, en líneas generales, fue con resultado positivo.
El saldo negativo fue que ante potencias de este deporte como lo son Colombia o Paraguay, Argentina continúa estando por debajo de ellos y a corto plazo será difícil alcanzar el nivel de ambos seleccionados que viene de jugar las últimas dos finales mundialistas.
El próximo Mundial todavía está muy lejos y para eso faltan cuatro largos años.
A partir de ahora y hasta el 2019 la selección argentina deberá mantener lo bueno que viene realizado en estos últimos años y sumarle también esa cuota de profesionalismo que le está faltando y que en este proceso, que lleva apenas dos años, se ha intentado implementar.